Profesores acompañantes de Chile, Brasil, Argentina y la Directora del CIFO |
Iniciamos con las sólidas
palabras de María Eugenia, quien con convicción nos invitó a agradecer esta
oportunidad, a valorar el sacrificio que significa recorrer kilómetros por una
causa que nos convence. A reconocer a nuestros compañeros como alumnos de la
Institución Teresiana con una misión clara: defender la diversidad y
asombrarnos con cada semejanza que tenemos entre nuestros países.
A continuación tuvimos
que animarnos a que ya no seríamos un grupo o una delegación por países,
tuvimos que dividirnos en nuevos equipos de trabajo, separarnos y comenzar a
conocer a estos otros niños y jóvenes que tenían los mismos miedos y ganas que
nosotros de saber lo que era un Congreso. En fin, nos tuvimos que conocer y fue
mágico.
El primer día estuvo
intenso: conocimos el colegio Isabel Flores de Oliva, nos presentaron a niños y
jóvenes de Bolivia, Argentina, Brasil, Chile y Perú, probamos un almuerzo
típico y cada delegación presentó a su país a través de un video en el cuál
recomendaba lugares que no se pueden dejar de conocer. Estábamos asombrados de
reconocer paisajes, ciudades, climas y culturas tan distintas. Todo un viaje
por una América bella se mostraba en una tarde.
Cuando pensamos que la
tarde iba terminando nos subimos a un bus y salimos a conocer el “Circuito
mágico de las Aguas”. Salimos del colegio para conocer el Parque de la Reserva,
un lugar lleno de piletas que nos deslumbraron con la fuerza del movimiento y
vida que entrega el agua. Pero sin duda lo mejor era la oportunidad de jugar
dentro de ellas, mojarse y empaparse no solo de agua sino que además de energía
y alegría.
Después de tanta vida,
había que descansar ese espíritu que crecía y crecía en el corazón de cada uno
de nosotros los que participamos de este Congreso.
El segundo día comenzó
con un rico desayuno y con la celebración de la vida de dos chilenos que cumplían
años. Para luego salir a jugar en los patios del colegio juegos típicos de cada
país, aquí el efecto era inverso que el del día anterior: Somos parte de una
misma raíz, cada delegación se daba cuenta que en su país existía el mismo
juego por lo tanto era un gran patio común donde jugaban americanos sin
importar qué decía su pasaporte.
Para continuar
disfrutando comimos un rico almuerzo amenizado por bailes folklóricos típicos
de Perú preparados por alumnos del colegio Flores de Oliva, no solo agradecemos
la rica comida y la dedicación con que nos atienden sino que el detalle y
trabajo de todos los que vinieron a animarnos el momento.
La tarde fue de trabajo
y cada uno de nosotros eligió qué temas quería trabajar: aprender a resolver
conflictos, manejar nuestras emociones, trabajar en equipo, descubrirnos a
nosotros mismos en el otro, manifestar nuestros sueños…. Herramientas para que
sin duda transformemos el mundo en que nos tocó vivir.
Juegos y cantos, alegría
y unión… risas y abrazos entre todos los que nos reconocemos hermanos
latinoamericanos. El fuego siempre ha sido calor y encuentro, por eso los
malvaviscos fueron excusas para seguir compartiendo un fogón que por sí mismo
bastaba para darnos más espacios de convivencia.
Cada noche irse a dormir
es más difícil ya que los vínculos se estrechan y nadie quiere parar de
compartir, los más grandes aprovechan cada momento para estar juntos y así
comienza el tercer día de Congreso.
Esta vez iniciamos yendo
al centro de Lima para visitar el casco histórico: para los extranjeros es
viajar un par de siglos e imaginarse a gobernadores españoles y señoras de
mantilla paseando por la plaza, entrando a la Catedral, saliendo al balcón de
la Municipalidad para dar un anuncio. Sin palabras la Majestuosidad de las
construcciones, la belleza de las flores que adornan los jardines y la
amabilidad de quienes nos mostraron todo aquello. Pero que no se nos olvide que
junto con toda esa opulencia europea está la presencia de nuestros pueblos
originarios, que siguen presentes en la religiosidad popular en la esquina de
la Iglesia de Santo Domingo mostrándonos como el mestizaje se mantiene y se
expresa en cada calle.
Recorrer las calles y
edificios de Lima nos deja un gusto a América Hipánica y Latina, a olores de
mercado y comida criolla que se repite en cada centro de nuestras respectivas
capitales, y una vez más corroboramos que somos una sola raíz hermana. Después
de cuatro horas de tour volvimos al colegio a almorzar; el cansancio no solo es
físico, pero es tanta nuestra pasión por lo que estamos viviendo que como
renovados por una fuerza invisible comenzamos nuevamente a trabajar en talleres
y una vez más demostramos todo lo bueno que podemos como jóvenes teresianos: El
teatro, artesanía, cocina y la
fotografía han sido la excusa para nuevamente expresar nuestra voz y nuestra
unión.
Como hay que ser
agradecido en esta vida, es que celebramos una Eucaristía durante la tarde.
Todos participamos, le hemos ofrecido a Dios todas nuestras experiencias
vividas en estos días, hemos dejado el corazón en el Altar para reflejar así
nuestra felicidad de participar en este Congreso.
La fiesta continuó y fue
una explosión de música y bailes típicos de cada país: Un Carnaval, alegre y
diverso como cada uno de nosotros. El aperitivo fue una profunda demostración
de instrumentos ancestrales que nos conectaron con un Perú sonoro y mágico.
Luego de esto nos deleitamos con demostraciones de bossa nova y capoeria de un
Brasil que demuestra en su idioma y en su ritmo el Afro y el Portugués que los
fue moldeando; continuó Chile, con textos de Isabel Allende, Gabriela Mistral y
Neruda nos mostraron bailes de las diferentes zonas geográficas dando cuenta de
la fuerte presencia española en sus ritmos y vestimentas. Continuó Argentina,
que dejó el tango en la capital federal y se la jugó por demostrarnos que las
provincias tienen otros colores y melodías que recuerdan al gaucho. La
influencia negra sorprende cada vez que baila Perú: colores, tambores y caderas
propias de danzas pegadas a la tierra se sumaron al colorido baile de Bolivia
que demostró una vez la inmensa variedad de etnias que forman su país y que
cada una se expresa desde su esencia.
Y así terminó el día,
con la satisfacción del trabajo y la dedicación que cada uno pone en lo que
hace, con la experiencia de que con el trabajo en equipo podemos alcanzar lo
que soñamos para nuestra América".
Carmen Gloria Zuiga, Fuentealba